La didáctica, disciplina acuñada por Juan Amos Comenio en el siglo XVII, es concebida como ciencia y arte de enseñar todo a todos y de todas las formas posibles, o bien si queremos darle un sentido etimológico, proviene del griego y quiere decir arte de enseñar.
La didáctica en muchas ocasiones, ha sido concebida como si fuera una especie de manual a aplicar o como instructivos que se venden de forma rígida y ortodoxa, tratando de darle al maestro “recetas” que pareciera que le van a dar la solución a los problemas y dificultades que enfrenta día a día en su quehacer docente; nada más lejano a su sentido original en donde lo que se buscaba es que fuera concebida como un arte, es decir, como una creación del propio docente ante el misterio que conlleva enfrentar los retos de los aprendizajes de los alumnos tanto de manera individual como con la conformación de los grupos.
En el campo didáctico, los objetivos son necesarios pero no son el fin último, la planeación es una base del trabajo docente, pero no es un plan estricto, es una buena guía, pero hay más. Las estrategias, competencias centradas en las capacidades, son puntos de arranque del reconocimiento que puede y debe hacer el profesor.
Partir de conocimientos y experiencias previas es indispensable, pero lo es igualmente una sistematización de los propósitos, de la conducción que realizará el profesor, de las ayudas con las que podrá contar como elementos auxiliares para el cumplimento de la tarea. El trabajo grupal, modelar ideas y ejemplos es también necesario, pero recuperando siempre las diferencias individuales y centrándose en la construcción del pensamiento, que no exclusivamente del contenido. Y finalmente, la reconsideración de los ritos escolares como elementos que ayudan a la organización del espacio escolar. La repartición del tiempo e inclusive la codificación de los comportamientos. Lo tradicional y lo nuevo, las estructuras escolares y didácticas como elementos necesarios para incorporar los avances que existen hoy en día en materia educativa.
Si no vemos a la didáctica como “receta” sino que la adecuamos a nuestro contexto general y particular, si nos permitimos la libertad de que entre a nuestra propia persona, la podremos convertir así en arte, como decía Comenio en “Ciencia y arte de enseñar todo a todos”.
Claudia Bataller